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El próximo miércoles 29 de enero, a las 19:30 horas, el Museo Alto Bierzo de Bembibre presenta la pieza del mes de enero “Útiles del Paleolítico. Tras las huellas de nuestro pasado”. Se trata de un conjunto de herramientas de cuarcita localizadas en el entorno de San Román de Bembibre y que están relacionadas, desde el punto de vista cultural, a las industrias líticas del Paleolítico Inferior. Su datación está comprendida entre los 300.000 y los 100.000 años de antigüedad.
Estos útiles son una prueba de la ocupación de grupos Homo Heidelbergensis en las vegas fluviales del río Boeza, dedicados a la caza, la recolección de frutos silvestres y al carroñeo.1)
Todos sabemos que la historia de una población se sustenta sobre las fuentes escritas, pero hubo un tiempo en que el hombre desconocía ese sistema de comunicación y expresaba ideas concretas a través del arte rupestre. Aquella época lejana, escondida en las entrañas de una tierra oculta a los ojos del destino, es la que denominamos “prehistoria” y comprende un horizonte cultural representado por el Paleolítico y el Neolítico. Para tratar de profundizar en su conocimiento el investigador parte del estudio y análisis de los testimonios materiales descubiertos de forma fortuita y de aquellos provenientes de excavaciones planificadas. Esas heridas abiertas en el subsuelo arrojan evidencias fósiles y arqueológicas de manipulación antrópica,2) que nos acercan un poco más a la evolución histórica de los homínidos que habitaron la vega del Boeza en el Paleolítico.
Los primeros intentos por desvelar las huellas de ese pasado remoto corresponden a los párrocos de Bembibre, Agustín Gayoso y Monroy (1773-1803)1) y Francisco Monasterio del Palacio (1806-1831), que narran en sus compendios manuscritos los acontecimientos más reseñables de su feligresía y abordan de forma somera la génesis de la población, para esbozar una incipiente historia de Bembibre fundada en la memoria escrita y en la tradición oral. Con posterioridad a estos cronistas y con un método de actuación mucho más completo y científico, que incluía el trabajo de campo y la prospección estratigráfica, están los artículos, tratados y ensayos de pedagogos de renombre como: Marcelo Macías y García (1843-1941), Alberto López Carvajal y Cortés (1878-1956), Antonio Gago González (1900-1969)3)…, cuyos nombres permanecerán unidos para siempre a la villa que les vio nacer o les acogió como a uno de sus hijos más preclaros, a la tierra donde su obra y su recuerdo se mantiene inextinguible a pesar del tiempo transcurrido.
Fueron ellos quienes urdieron con su pluma las primeras páginas de la historia del valle del Boeza e incluso hubo intelectuales como Agustín Alonso Jambrina (1898-1936), el docto maestro de San Román de Bembibre, que en los años 20 y 30 del siglo pasado trató de poner en valor nuestro legado patrimonial, organizando expediciones a los despoblados del entorno, recogiendo los exiguos vestigios de otras culturas presentes en el terreno para estudiarlos con sus alumnos en clases prácticas y mostrarlos después en exposiciones abiertas al público en la escuela de la localidad. Actividad que posteriormente retomaría con fuerza la entrañable musa de Noceda del Bierzo, Felisa Rodríguez Álvarez (1912-1998), guía magnánima de aquel grupo de “Misión Rescate”, integrado por escolares y entusiastas de la arqueología y de la historia, que hicieron de ese idílico rincón del Bierzo un referente a nivel nacional por hallazgos tan significativos como el “ídolo de Noceda”.
Gracias a la labor de eruditos, precursores y arqueólogos consagrados poseemos un conjunto de útiles prehistóricos de cuarcita (cantos trabajados, lascas, raederas, núcleos…), con la superficie trabajada por percusión directa (mediante el empleo de la técnica de la talla). Utillaje pétreo utilizado para manipular los alimentos, cortar la carne, golpear, perforar o romper las osamentas (para conseguir el tuétano). Piezas que proceden de las cuencas de los ríos Boeza (Bembibre, paraje de “San Cebollón”); Noceda (San Román de Bembibre, enclave de “El Parral”) y Noceda del Bierzo (corones de “San Pedro” o “Valdequiso”); y Sil (Congosto, yacimiento de “El Castrillo”).
Además, en los últimos años diferentes hallazgos paleontológicos y arqueológicos realizados en las demarcaciones de Cacabelos y Quilós, en las terrazas del Cúa, por Bernardo Sanz Martín (1946), Miguel García Figuerola (1989) y Fernando Miguel Hernández (1996), han puesto de manifiesto que el Bierzo fue ocupado en el Paleolítico Inferior por el “Homo Heidelbergensis”. Homínido emparentado con el “Homo Denisovanos”, con una datación cronológica situada entre los 600.000 y 200.000 años y cuyo registro fósil y genético ha sido desentrañado por el equipo de investigadores de Atapuerca (Burgos). Esta rama de los “Hominiae” se dedicaba a la caza, la recolección de frutos silvestres, raíces, semillas y al carroñeo. Conocían además el fuego, lo que les permitía una mejor preparación de los nutrientes que iban a consumir. De ahí que eligiesen para sus asentamientos estacionales áreas cercanas a cursos hídricos o espacios lacustres, por concentrarse en esos ecosistemas medioambientales abundantes en recursos alimenticios y materias primas (con las que fabricar útiles líticos y de madera).
Lo que se colige igualmente de las excavaciones efectuadas en 1996 en el pago de “El Parral” de San Román de Bembibre por el Gabinete de Estudios sobre Patrimonio Histórico y Arqueológico (STRATO), sacando a la luz “lascas simples, lascas levallois y cantos retocados; junto a este conjunto se recuperaron algunas lascas simples en el proceso de excavación. El soporte es en todos los casos cuarcita, ya que han sido realizadas sobre cantos de río de la propia terraza”. Restos prehistóricos con una atribución cultural y tipológica vinculada al Paleolítico Inferior y Medio. Y que son una prueba evidente de la existencia de un hábitat de aquel periodo en las proximidades del río Noceda.
Manifestar igualmente, que los útiles paleolíticos que se exponen en las dependencias del Museo “Alto Bierzo” de Bembibre, forman parte de su colección museológica y de los fondos pertenecientes al Museo de Noceda del Bierzo y a la Asociación Mineralógica “Aragonito Azul”, instituciones garantes de la conservación y estudio de nuestra herencia patrimonial.
Todas las fotografías,
salvo las expresamente indicadas,
son autoría del Museo “Alto Bierzo”.
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