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La familia López Fórez - Palacios Martínez la constituyeron D. Manuel López Flórez† y Dª Isabel Palacios Martínez†, ambos naturales de Bembibre de El Bierzo -León- y que contrajeron matrimonio en esta localidad el día 5 de agosto de 1940.
Don Manuel López Flórez fue una persona amante del conocimiento, en muy diversas facetas y actividades, a lo largo de su vida, hecho que queda avalado por la biblioteca que fue elaborando a lo largo de los años, así como los destinos y actividades que desarrolló durante la misma .
Dª Isabel Palacios Martínez dedicó su vida al cuidado de su esposo, hijos y nietos, como ama de casa, labores que desempeñó con gran cariño y dedicación.
Esta unión matrimonial legó cuatro descendientes: Mª Isabel, Mª de los Ángeles, Manuel y Abelardo López Palacios.
Los enlaces siguiente dirigen a composiciones
realizadas en el año 2008 sin actualizar.
D. Manuel López Flórez, hijo de D. Abelardo López Sarmiento y de Dª Ángeles Flórez Canseco, nace en Bembibre de El Bierzo el día 15 de marzo de 1908, falleciendo el día 27 de junio de 1980 en la misma localidad.
Su vida estuvo dominada por una gran inquietud intelectual, con una clara orientación a áreas de Ciencias, formación requerida para el ingreso en las Academias Militares, ingreso al que optó en su juventud -1923¿?-, sin conseguirlo, y por los estudios y especialidades a las que dedicó su vida, relacionados con las Ciencias Exactas, Radio Comunicaciones, Electrónica e incipientes Telecomunicaciones. La Fotografía, de la que llegó a ser un gran aficionado.
Ciencias relacionadas con las inquietudes personales y con la Artillería, Arma a la que se incorporó tras su ingreso en el Ejercito en el transcurso de la Guerra Civil Española, alcanzando el grado de Coronel Honorario.
Durante su estancia en la ciudad de Melilla, entre los años 1956-1968, D. Manuel desarrolló una intensa actividad relacionada con la fotografía, sobraría decir que analógica, evidentemente, pues aún tardaría años en popularizarse los sistemas digitales, pero parece oportuno hacer esta acotación dada la complejidad que el desarrollo de esta actividad, esta afición, requiere, en absoluto comparable con la actual disponibilidad que aportan los sistemas digitales. Imagen en TesisALP.
Isabel Palacios Martínez (1910-03-22 – 2012-07-16) nace en la villa de Bembibre, hija de D. Agustín Eusebio Palacio Fernández y Dª Isabel Martínez Núñez formando, junto a sus hermanas María, Sofía, Teresa y hermanos, Francisco y Rogelio, la familia Palacios-Martínez.
Familia que mantiene una divergencia, no “preocupante”, sobre el correcto apellido Palacio, o Palacios, pudiendo ser correcta la primera acepción, como referencia al gentilicio “los del Palacio”, que en el tiempo deriva en el plural “los Palacios”, del Palacio. Finalmente, en actas bautismales y documentos legales figuran las dos acepciones, empleándose ambas en estas notas.
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El Mesón de Eusebio Palacio
“Con estas “Memorias” tratamos de preservar el pasado, de impedir su extinción absoluta”
Nélida Ferrero Palacio
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Agustín Eusebio Palacio Fernández (Bembibre, 1865-08-27) y su esposa Isabel Martínez Núñez (Cubillos del Sil, 1871-05-19), en el año 1905 fijaron su residencia en Bembibre, donde construyeron la casa conocida como “Mesón de Eusebio Palacio”, a la salida del pueblo, margen izquierda de la Carretera Nacional VI Madrid - Coruña, dirección La Coruña.
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id | Símbolo | Latitud | Longitud | Descripción |
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1 | 42.61630º | -6.41948º | Mesón de Eusebio Palacio |
Lindaba con tres calles: la fachada principal a la carretera, hoy “Avda. de Villafranca”, y las otras dos, a las actuales “Junta Vecinal” y “Eloy Reigada”; entonces caminos vecinales de huertas y prados. Delante había una gran explanada donde reunían el ganado vacuno para ser “embarcado” en tren con destino a Sevilla, Zaragoza y otros mataderos nacionales. En medio, un centenario negrillo, “el negrillón”, a cuya sombra esquilaban las ovejas en primavera.
La parte de la casa destinada a vivienda constaba de planta baja, un piso y buhardilla. La fachada principal tenia dos ventanas en el bajo, a ambos lados de la puerta; y una ventana, en medio de tres balcones, en el piso superior. Por la izquierda, lindaba con el “callejo” y la huerta de Don Primo; por la derecha, con la casa de Rogelio Nùñez, mas conocido por su oficio, “El Carrero”, los dos únicos vecinos. Estas dos casas fueron el antiguo Mesón de la familia de Matilde Álvarez, primera esposa de Rogelio; al derribarlas tenían vigas comunes. Desde la casa se entraba en el pueblo por un tramo de carretera bordeado de hermosos negrillos y huertas, que formaban un túnel desde la calle El Escobar hasta San Román. Estas dos familias, aisladas, formaron una piña, compartían servicios y afecto, vieron crecer a sus hijos como hermanos y hubo un matrimonio: Rogelio Palacio Martínez con Josefina Núñez Enríquez, sin descendencia.
Por la fachada posterior, que lindaba con un camino de huertas y prados, se entraba a las cuadras, el pajar, el granero, el patatero, el horno del pan y un patio con el pozo; agua que sólo se usaba para beber el ganado y fregar. En lo alto, amplios ventanales drásticos por donde se metía la hierba desde los carros con ayuda de grandes “engazos”; la de mejor calidad era la segada por San Juan, a últimos de Junio, para conservar todo el año. Delante de las dos fachadas discurrían regueros de agua cristalina, era frecuente ver pececitos que los niños intentábamos atrapar sin conseguirlo…
Desde el amplio zaguán, primero empedrado y mas tarde de cemento, se accedía al comedor y a la cocina “económica”, de carbón, por la izquierda; a la bodega, por la derecha, y, en frente, la puerta que comunicaba con el resto de la casa destinado a establos y demás servicios propios de la profesión de ganadero. La cocina “moderna” se comunicaba con la “vieja”, de leña, donde cocían la comida de los cerdos y curaban la matanza. Conservaba trébede, cadena, alacenas y fregadero de piedra con desagüe al callejo. Durante el invierno estaba muy concurrida y adornada en lo alto con ristras de chorizos, botillos, andollas, lacones, untazas,,. El portal estaba presidido por una imagen del “Cristo del Gran Poder” con farolillos a los lados, traída de Sevilla por sus hijos Rogelio y Paco, también ganaderos. En la gran cocina destacaba una mesa larga de nogal y el escaño adosado a la pared. En los cajones siempre había pan casero y fuentes con tocino, chorizos, jamón, cecina y carne cocida. ¡Aquella cocina hacía honor a su nombre!. Cuando llegaban los pastores se preparaban un buen bocadillo acompañado de una jarra de vino que sacaban directamente de la cuba. En frente, un armario colgado y la “cantarera” con el botijo del agua, los cántaros y calderos.
En el primer piso, siete dormitorios amplios: dos tenían ventanas al corredor solana, desde el que se veía el patio del vecino y el “callejìn” que conducía al cubil de los cerdos. Este era el lugar preferido para tomar el sol en invierno y poner a secar la ropa, las vainas para el caldo, los pimientos, el maíz, etc. En primavera se cubría con un rosal trepador de pequeñas flores. Allí cosían, hilaban, leían y descansaban.
Como se hospedaban tratantes amigos con sus “arreadores”, y en casa había trabajadores fijos y temporeros, podemos imaginar la vida tan animada que se respiraba. Todo era trabajo, armonía y sana alegría.
No tenían agua corriente, usaban la del pozo y los regueros; para beber sólo de la “fuente de los caños” y del pozo del vecino. El retrete estaba fuera de la casa y consistía en un banco de madera con tapadera, sobre un “pozo ciego”.
LA MATANZA era un acontecimiento del que tomaban parte familiares y amigos para disfrutar y ayudar. Sacrificaban varios cerdos criados en casa y novillos. Derretían la manteca y en ella ponían manzanas de “repinaldo” a las que se añadía azúcar y estaban riquísimas; así como las típicas “bollas de chicharrón” hechas con chicharrones, harina, azúcar y canela. En la bodega, además de las cubas con el vino casero y los garrafones de orujo, colgaban “la mosquera” para productos perecederos, los jamones, lacones, piezas de cecina, tocinos, untazas, bacaladas, etc. y, sobre unos entablados, colocaban las hogazas de pan y los quesos comprados a los productores de Villalón que, enfundados en sus típicos blusones, iban con los carros vendiendo por los pueblos.
Teresa nos contaba a sus hijos anécdotas sobre su padre, Eusebio, al que veneraba. Para que nos hiciéramos idea de lo abundante que era, decía que iba a la plaza y siempre regresaba con una merluza o un congrio cogidos de las agallas, que llegaban al suelo. No conocimos a nuestro abuelo, pero siempre lo imaginamos caminando con una enorme merluza en la mano…
Eusebio fue un hombre fundamentalmente sencillo, bueno, generoso y trabajador, como lo atestiguan cuantos lo conocieron. Entre las personas que vivieron en su casa, conocí a Bernabé en Orense, jubilado de la Renfe, donde residía con su esposa. Recuerdo cómo lloraba contando su vida: “Fui un niño hospiciano adoptado por una familia de una misera aldea de La Cabreara. Con sólo siete años trabajaba como un adulto, desnutrido, y dormía sobre unas pajas en el establo lleno de piojos y roña. Por suerte, apareció en la aldea el caritativo Señor Eusebio a comprar ganado y sintió tanta compasión que me llevó con él en el caballo. Al llegar a Bembibre, nos fuimos directamente al patio trasero de la casa, quemó con paja los harapos que llevaba, me lavó, me puso ropa de sus hijos, me llevó a la peluquería y luego me presento a la Sra. Isabel, que me crio como un hijo mas”.
Cuantas vivencias recordaba emocionado y agradecido de su relación con la familia: las trastadas de niños, la escuela, las fiestas… Después de la Mili, ingreso en la Renfe y se casó en San Román de Bembibre. Cuando mis padre iban a Orense, se abrazaban como hermanos.
Él, Eusebio Palacio, que había sido un hombre fuerte, de buena presencia, alto, esbelto; al igual que sus hermanos Emilio, José y Mateo, campeón provincial de lanzamiento de jabalina, padeció los últimos años una enfermedad de huesos muy dolorosa. Falleció a los 64 años de edad en su querida casa, el 16 de Enero de 1.930. Al día siguiente, se celebraba en Bembibre la feria de San Antón, la mas importante del año, por lo que fueron numerosos los ganaderos y vecinos que acompañaron a su viuda e hijos en una gran manifestación de dolor. (d.e.p.).
LOS PASTORES DE MI ABUELO
He dormido en la majada sobre un lecho de lentiscos
embriagado por el vaho de los húmedos apriscos
y arrullado por murmullos de mansísimo rumiar.
He comido pan sabroso con entrañas de carnero
que guisaron los pastores en blanquísimos calderos
suspendidos de las llares sobre el fuego del hogar.
Y al arrullo soñoliento de monótonos hervores,
he charlado largamente con los rústicos pastores
y he buscado en sus sentires algo bello que decir…
¡Ya se han ido, ya se han ido! ¡Ya no encuentro en la comarca
los pastores de mi abuelo, que era un viejo patriarca
con pastores y vaqueros que rimaban el sentir!
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Isabel Martínez Núñez
“Nuestra abuela materna”
adjunto a correl enviado por Nélida Ferrero Palacio
2016-02-09 EC.
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Isabel conoció a su marido, Agustín Eusebio Palacio Fernández, en el baile de las fiestas de "El Cristo", el 14 de septiembre de 1897, que se celebran tradicionalmente en Bembibre de El Bierzo.
Quiso el destino que acompañara a su madre, Jacoba, para cumplir la promesa de oír misa en el Santuario del "Ecce-Homo", invitadas por su primo Telesforo Gómez Núñez, también natural de Cubillos del Sil, y su esposa Elvira Riego. Debió de ser “un flechazo”, pues la boda se celebró en Cubillos tan sólo cuatro meses después, el 15 de enero de 1898. Las familias habían acordado una ceremonia íntima y sencilla; pero ese día, muy de mañana, oyeron el trotar de caballos y la música de un tamboril. Era el generoso novio que llegaba de Bembibre con numerosos invitados dispuesto a celebrar su boda por todo lo alto. Y así fue, se improvisó un gran banquete: sacrificaron una ternera y corderos, movilizaron cocineras y hubo baile y mucha alegría en todo el pueblo. “Vuestro abuelo era así” - comentaba complacida.
Jacoba, su madre, al quedarse viuda, pasó los últimos años de su vida en Bembibre con Isabel y su familia, disfrutando del cariño de los nietos. Rogelio e Isabel, los menores, recordaban cuando los llevaba al mercado y les daba un real para comprar chucherías. También Teresa les hablaba a sus hijos con mucho cariño de su abuela, conservaba una hermosa y pesada colcha de lino hecha por ella, como regalo para cuando se casara. Contaba con once años de edad cuando falleció su abuela en Bembibre, el día 15 de Abril de 1915. Aquel viaje, con motivo de una promesa a “El Santo”, sería decisivo en la vida de madre e hija, cuyos restos reposan en el panteón familiar de Bembibre. El 14 de Septiembre de 2005, 90 años después, los nietos y bisnietos ofrecimos una misa en su memoria: “Por Isabel Martínez Núñez y su madre Jacoba” (d.e.p.).
Isabel fue bellísima, de fuerte carácter, inteligente y muy culta para su tiempo. Educada por las monjas del convento de Ponferrada donde profesaba una tía suya, la formación que recibió marcó para siempre su gran personalidad. Leía y escribía correctamente, recitaba de memoria poesías, oraciones, y solía leer la Biblia, entre otros libros. Muy religiosa, oía misa diariamente y pertenecía a las congregaciones parroquiales, como Ntra. Sra. de los Dolores. Antes de cenar, se rezaba el Rosario en familia con asistencia de las personas que trabajaban en casa. Amante de la belleza, era pulcra, fina, cuidaba los modales y el trato con la gente. Bordaba primorosamente y su gran pasión fueron las flores. En aquella casona las había por todas partes colocadas con primor en bellos maceteros: geranios y claveles en los balcones, rosales trepadores desde el “callejín” a la balaustrada del corredor- solana… Y, sobre todo, en su querida huerta, detrás de la casa, donde cultivaba rosales, gladiolos, azucenas, margaritas y crisantemos para el día de Todos los Santos. El bueno de Eusebio, criado en un ambiente de ganaderos y agricultores, la llamaba cariñosamente “madama”. Cuando apremiaba alguna labor del campo, como recoger la hierba si amenazaba tormenta, decía, refiriéndose a sus hijas, que se encontraban haciendo alguna labor de costura: ¡Que bajen las monjas del corredor a echar una mano! A su madre no le gustaba que fueran y ella no lo hizo jamás, ni entró en la cuadra para atender el ganado.
Gran cocinera, su caldo de vainas, asados, empanadas, truchas escabechadas, liebres estofadas, galletas de nata, flanes y roscones, entre otras especialidades, fueron insuperables y tuvieron continuidad en sus hijas, también magníficas cocineras. Las cualidades que poseía trató de transmitírselas y todas han sido grandes señoras que, lo mismo montaban a caballo y acudían a las faenas del campo, si era necesario, como alternaban en sociedad con naturalidad y elegancia. María, Sofía, Teresa e Isabel heredaron la belleza y la personalidad de su madre, y la bondad de su padre: ¡Bendita la rama que al tronco sale! No hizo distinción en la educación recibida por sus hijas y los varones, Francisco y Rogelio; todos asistieron a la escuela hasta los quince años, ellas con la prestigiosa maestra Matilde Susana González Tuñón.
Tuvo muchos hijos, creo que trece, pero fallecieron prematuramente, nombraba a dos “Rosarines”. Debido a problemas con la lactancia, algunos precisaron “amas de cría” o “madres de leche”, como Sofía y Teresa. Esta sentía un gran cariño por la suya, la Sra. Josefa, de San Pedro Castañero, a la que llamaba madre. Siempre llevó el pelo largo, recogido con coleta y moño. Vistió el traje típico de la aldea: blusa y saya. En invierno usaba pañuelo a la cabeza y un sobrio mantón negro. Era esbelta, comía poco, pero selecto, y le gustaba el café exprés con gotas de coñac hecho por su yerno Aniceto Ferrero. Tenía un particular sentido de la justicia. Por ejemplo, si llegaba un indigente pidiendo, algo frecuente en aquel tiempo, preguntaba si era joven o viejo. En el primer caso, le hacía varias preguntas y terminaba dándole de comer y un trabajo. Si era una persona mayor, le daba sin más.
Su padre, Maximino, fue secretario del ayuntamiento de Cubillos, cargo que ocupo también su sobrina Cándida Rodríguez Núñez, hija de Teófila. Es la propietaria actual de la casa solariega de la familia Gómez Núñez en Cubillos del Sil, en cuya puerta principal figura una placa con la inscripción siguiente:
“El Excmo. Sr.
Severo Gómez Núñez
General de Artillería
Hijo esclarecido de esta villa
Nació en esta casa el 6 de Noviembre de 1859
† En Madrid el día 1 de Marzo de 1939.
El Ayuntamiento de Cubillos del Sil
En sesión del día 5 de Agosto de 1968
Acordó este homenaje como recuerdo.”
A él se debe el proyecto y trámites para la construcción del Embalse de Bárcena, que riega el Bierzo Bajo y suministra de agua a los pueblos. Una calle de Ponferrada lleva su nombre, y en el Museo de esta ciudad se muestran, entre otros recuerdos personales, libros escritos por él –además de militar, fue Licenciado en Ciencias por la Universidad de la Habana– sobre Cuba, donde estuvo destinado y contrajo matrimonio con la cubana María Verdugo Castro.
En la iglesia parroquial de San Cristóbal fueron bautizadas y se casaron las cuatro hermanas: Isabel, Pilar, Justa y Rufina. La fiesta patronal de San Cristóbal se celebra el día 10 de Julio.
EL AMA
Yo aprendí en el hogar en qué se funda
la dicha más perfecta,
y para hacerla mía
quise yo ser como mi padre era
y busqué una mujer como mi madre
entre las hijas de mi hidalga tierra.
Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!
Compartían mis únicos amores
la amante compañera,
la patria idolatrada,
la casa solariega,
con la heredada historia,
con la heredada hacienda.
¡Qué buena era la esposa
y qué feraz la tierra!
¡Qué alegre era mi casa
y qué sana mi hacienda,
y con qué solidez estaba unida
la tradición de la honradez en ellas!
Una sencilla labradora, humilde,
hija de oscura castellana aldea;
una mujer trabajadora, honrada,
cristiana, amable, cariñosa y seria,
trocó mi casa en adorable idilio
que no pudo soñar ningún poeta.
Linaje
Padre | Nacimiento | Origen | Nota |
---|---|---|---|
Maximino Martínez Marqués | 1838-11-12 | Villafranca de El Bierzo - León | 33 años de edad en el nacimiento de Isabel |
Madre | Nacimiento | Origen | Nota |
Jacoba Núñez Gómez | 1841-04-17 | Cubillos del Sil - León | 30 años de edad en el nacimiento de Isabel |
Nombre | Nacimiento | Lugar | Nota |
Isabel Martínez Núñez | 1871-05-19 | Cubillos del Sil - León | (4º 175-7) |
Deceso | Lugar | Nota | |
1955-04-09 | Bembibre de El Bierzo - León | 83 años de edad |
Entorno Geográfico